A pesar de «tan invernal día de primavera» como apuntó el director, Santos Gil, en su presentación, cerca de cien personas se acercaron en la mañana del pasado sábado al Seminario Diocesano a participar del encuentro de voluntariado.
Tras la bienvenida del director, el delegado episcopal de Cáritas, Javier Querejazu, realizó la oración del envío apoyándose en el evangelio de Marcos: «Entonces salieron los discípulos a decir a la gente que se volviera a Dios».
Seguidamente, tuvieron lugar los talleres previstos. Los y las presentes se distribuyeron por salas para hacer un trabajo de reflexión personal y comunitaria sobre cinco planteamientos: «Llamados desde…», «Llamados en…», «Llamados a…», «Llamados dónde…» y «Llamados para qué…».
Siguió el descanso y tras el mismo dio comienzo la ponencia de Pedro José Gómez Serrano, profesor de la Universidad Complutense y voluntario del barrio del Pan Bendito del extrarradio de Madrid.
Llamados a vivir el voluntariado
Arrancó Gómez Serrano con una reflexión sobre la pérdida de sentido de las palabras que, de no utilizarlas correctamente, acaban por perder su sentidos: «De usarlas con desgana, pierden original, pierden fuerza, pierden vida; se desgastan en nosotros mismos. Hay que quitarles el polvo a las palabras que nos dan sentido, cada cierto tiempo. Palabras como misericordia, compasión o caridad tienen versiones tan malas que le han cambiado el sentido».
Pedro José Gómez vino con la pretensión de devolverle el valor, «a sacarle brillo», a la palabra voluntariado. Palabras como militante, misionero, comprometido, voluntario, tienen en común la preocupación por el bien común y por quienes están peor. Voluntaria es la persona que decide hacer algo porque quiere, evitando caer en hacer depender su acción de tener más o menos voluntad o ganas de hacerla. Pero el voluntario o la voluntaria no pueden por sí solos cambiar el mundo. Decía Gómez Serrano que el voluntariado es un movimiento de suma. Y añadía que «Los voluntarios no son solo personas buenas; son personas buenas que hacen el bien».
Decía Gandhi que son necesarias tres cosas para ser una persona transformadora: sentir la miseria de quienes sufren, su fragilidad, su dolor, impregnarse de todo ello; encontrar un remedio, respuestas a situaciones determindas; y tener una motivación, la certeza de que hay que transformar, de tal forma que esa certeza permita mantenerse en el empeño. El ponente recurrió también al relato del Buen Samaritano como referencia donde encontrar pistas para andar el camino del voluntariado: «La gente que ve y no se conmueve, no se mueve. Solo lo que nos afecta el corazón es efectivo para mover. El voluntariado pide saber ver y mirar; hacernos parar y cambiar de planes».
Actitud
Ante la visión del sufrimiento, caben dos posibles actitudes, decía Gómez Serrano: la de Caín (¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?) o la de la implicación. Podemos desentendernos y pasarles a otras personas los problemas, o podemos meternos de lleno en la acción: «Dios nos convoca a traves de la realidad a que actuemos».
Una vez asumido el compromiso de actuar para transformar la realidad cabe preguntarse desde dónde, en dónde, a qué, dónde y para qué hemos sido llamados y llamadas en nuestro voluntariado.
Llamados desde dónde…
Los voluntarios y voluntarias de Cáritas visibilizan con su compromiso una manera de ser Iglesia desde una experiencia personal de fe: son la cara de la Iglesia. «Los voluntarios somos las cañerías del amor de Dios. El voluntariado es un lujo, un regalo, no un mérito. No me explico cómo un cristiano y su modo de vivir pueden no transparentar la alegría del Evangelio. Se nos tendría que notar por el talante y el estilo que seguimos a Jesús».
Llamados en…
«Estamos llamados a ser solidarios con el estilo de Jesús en un mundo complicadísimo. Nuestra avaricia aplasta a los pobres. El tipo de vida que llevamos es insostenible. Somos voluntarios en un mundo roto». Hablaba Gómez Serrano de la ética indolora que impregna la manera de responder al sufrimiento presente en la sociedad actual: «Valoramos en gran medida la solidaridad y el trabajo de las organizaciones sociales, pero pocas personas dan el paso al compromiso voluntario». Junto a la ética indolora, la globalización de la indiferencia y la cultura del descarte a las que alude el papa Francisco.
«Como decía una gran campaña de Manos Unidas: Tu indifeferencia te hace cómplice».
Llamados a…
«Las personas voluntarias tienen un espejo en el que mirarse en el buen samaritano: hizo lo que pudo y organizó el resto. Un profeta denuncia injusticias y anuncia; alienta sueños e ilusiones para que cambien las cosas y necesita para ello mucha creatividad y empuje. Somos frágiles y aportamos lo que podemos, y nos enriquecemos mutuamente. Es un privilegio poder ayudar en procesos de reciprocidad. Hemos de ser amigos y aliados de los pobres que no, sus salvadores».
Llamados dónde…
Donde las instituciones no llegan todavía. Han hecho falta personas trabajando mucho para crear espacios y desarrollar acciones: «Tenemos que estar generando el cambio allí donde se producen situaciones de injusticia y no se puede esperar más».
Llamados para qué…
«Para diluir las fronteras, saltarlas, y poner lazos de fraternidad, solidaridad y esperanza de un lado al otro».
La justicia, primero.
Para terminar, Pedro José Gómez Serrano lanzó a las presonas asistentes un reto: «Busquemos primero el Reino de Dios, su solidaridad y su justicia, y luego ocupémonos de cubrir nuestras necesidades materiales. El voluntariado no puede quedar relegado al tiempo que sobra».
Tras la ponencia, los voluntarios y las voluntarias anudaron al cordel de un globo unas tarjetas en las que habían anotado sus respuestas personales a las distintas llamadas planteadas en el encuentro. Seguidamente, salieron al patio interior a darle suelta y el globo se alzó en pocos segundos.
