Asamblea de Cáritas Diocesana de Vitoria

El encuentro anual de agentes de Cáritas contó con la presencia del Sr. Obispo D. Juan Carlos Elizalde.

El pasado sábado tuvo lugar la XIX Asamblea de Cáritas Diocesana, un espacio anual para presentar la actividad de la institución, las líneas de trabajo, el balance económico y los presupuestos. Del total de participantes acudieron 70 personas con derecho a voto.

A la Asamblea acudió el Sr. Obispo, Don Juan Carlos Elizalde, quien acompañado del delegado episcopal, Javier Querejazu, y el director de Cáritas, Santos Gil, abrió el acto.

Análisis de la realidad social

Tras la oración, Santos Gil presentó un informe sobre la realidad social que puso en contexto el sentido y las líneas de trabajo de la acción de Cáritas. En su exposición manifestó su preocupación por el paro de larga duración -con la cobertura de prestaciones sociales agotada- así como por la precariedad laboral. En esta situación, afirmaba el director de Cáritas, “la Renta de Garantía de Ingresos se revela indiscutiblemente como un gran instrumento de protección social”.

Quiso también Santos Gil ofrecer una lectura de los datos aportados por la Encuesta de Condiciones de Vida concluyendo que la tasa de pobreza no depende exclusivamente del ingreso medio por personas en la Comunidad, sino también de los instrumentos de protección social con los que cuente cada Comunidad.

Un apunte también en relación con la situación de las personas migrantes y refugiadas y el incumplimiento de los compromisos adoptados como Estado, en el ámbito de la Unión Europea. En lo que toca a Cáritas de Vitoria, el director informó de que, aunque no hay una partida destinada específicamente para esta cuestión, en estos momentos se está atendiendo a veintidós familias de distintas nacionalidades que han solicitado el estatus de refugiadas.

Herramientas de protección social

A continuación, Santos Gil, ofreció datos sobre el número de prestaciones concedidas a familias de nuestra Comunidad Autónoma: tanto Renta de Garantía de Ingresos (RGI), como Prestación Complementaria de Vivienda (PCV) o Ayudas de Emergencia Social (AES).

Cerró su análisis de situación informando de mantenimiento de la colaboración que Cáritas mantiene con otras entidades públicas y privadas, destacando la importante inversión de la Diócesis de Vitoria para el traslado de la comunidad terapéutica Proyecto Hombre de la Fundación Jeiki, de cuyo patronato Cáritas forma parte.

Despedida del director

La recientemente celebrada ha sido la última asamblea de Cáritas a la que Santos Gil acudirá como director. A las personas asistentes comunicó su deseo de dejar el cargo el próximo mes de julio. En sus palabras, agradecimientos para los obispos D. Miguel Asurmendi y D. Juan Carlos Elizalde, a los delegados episcopales Juan Carlos Pinedo y Javier Querejazu, a Fernando Gonzalo Bilbao, Ramón Ibeas, personas voluntarias, trabajadoras, socias, donantes… gracias a las cuales, dijo Santos Gil, había sido posible realizar importantes acciones durante sus años como director de Cáritas.

Balance de actividad

A continuación, las personas responsables de los departamentos de Acción Social, Animación e Inclusión por el Empleo ofrecieron un breve resumen de actividad en 2016, no sin antes agradecer a Santos Gil su confianza y trabajo en la institución. También lo hizo el nuevo administrador, Juan Antonio Zárate -recientemente nombrado en sustitución de Pedro Arroyo-, previo a presentar el balance económico del ejercicio 2016.

Tanto la actividad de 2016, como las cuentas resultantes del ejercicio y el presupuesto para 2017 fueron aprobados por la Asamblea.

La fuente inagotable de la caridad

Tras el café dio comienzo la ponencia de D. Juan Carlos Elizalde. El obispo de Vitoria trajo a la Asamblea una selección de números de las encíclicas Deus caritas est, de Benedicto XVI, y Evangelii gaudium, del papa Francisco.

Con el apoyo de los textos de los últimos papas, Elizalde, centró su exposición en la opción preferencial de la Iglesia por los pobres y la transformación personal que se deriva de vivir la pobreza como lugar de encuentro con Dios: “Hay cosas que hay que tener y hay cosas que no; ante la duda, no tener te sitúa más cerca de la vivencia de pobreza”.

Evangelii gaudium. El papa Francisco habla de la necesidad de una Iglesia pobre para los pobres (n. 198): “Ellos tienen mucho que enseñarnos… (…)Es necesario que nos dejemos evangelizar por ellos (…) Estamos llamados a descubrir a Cristo en ellos, a prestarles nuestra voz en sus causas, pero también a ser sus amigos a escucharlos, a interpretarlos y a recoger la misteriosa sabiduría que Dios quiere comunicarnos a través de ellos”.

El obispo destacó también la necesidad de trascender el compromiso de promoción y asistencia y desarrollar una preocupación integral por las personas pobres, valorarlas en su bondad propia, en su forma de ser, vivir y experimentar la fe, y reconocerlas bellas más allá de su pobreza (n. 199): “El pobre cuando es amado, es estimado como de alto valor, y esto diferencia la auténtica opción por los pobres de cualquier ideología, de cualquier intento de utilizar a los pobres al servicio de intereses personales o políticos”. Sin la opción preferencial por los últimos, decía Elizalde, el anuncio del Evangelio corre el riesgo de ser incomprendido.

Evangelii Gaudium pone el foco también en la atención religiosa “privilegiada y prioritaria” (m. 200) que debe acompañar en una auténtica opción preferencial por los pobres: “La falta de atención espiritual en los pobres es una carencia muy grande. Nos llevan la delantera: tienen una especial apertura a la fe. No podemos dejar de atender esto. Tienen derecho a la experiencia de Dios”.

Decía Elizalde que tenemos un conocimiento impersonal de la persona de Jesús: “Los pobres pueden ser lugar para pasar de la creencia a la vivencia. Cuando tenemos una vivencia​ de Dios en los pobres, acertamos”.

Dice el papa Francisco en su encíclica (n. 201): “Nadie debería decir que se mantiene lejos de los pobres porque sus opciones de vida implican prestar más atención a otros asuntos”. El obispo añadía que “Son excusas para no prestarles atención. Si no puedes desde la marginación, podrás hacerlo con temas de desapropio, vaciamiento… Es requerimiento para todos, la cercanía con los pobres. Tendemos a alejarnos de la incomodidad. Creemos que mantenernos a cierta distancia nos va a dar felicidad, pero eso es un lento suicidio. Los pobres son encuentro con Dios”.

Deus caritas est. De la encíclica del papa Benedicto XVI,  Juan Carlos Elizalde, quiso destacar en primer lugar la afirmación recogida en el número 28 del texto: “no hay orden estatal que haga superfluo el servicio del amor. La burocracia no puede asegurar la entrañable atención personal. El Estado debe reconocer y apoyar a las fuerzas vivas, como Cáritas, que atienden también el sosiego del alma. El hombre no vive solo de pan”. Dice Benedicto XVI que “esta condición humilla al hombre e ignora precisamente lo que es más específicamente humano”.

Precisamente, en el deseo de procurar una atención completa a las personas se hace necesario –dice el papa (n. 31. a) – que quienes la procuran ofrezcan además de competencia profesional, humanidad y experiencia de encuentro con Dios en Cristo. Apuntaba el obispo que “la caridad es la respuesta inmediata ante una necesidad.  Para responder hay que ser competente profesionalmente, tener destreza… Pero esto por sí solo no basta.  Los agentes necesitan también humanidad, atención cordial, formación del corazón: atención, acompañamiento y atención pastoral. Han de ser personas movidas por el amor de Cristo. El Cristianismo añade un plus de motivaciones. Quien tiene experiencia de ser perdonado tiene motivación para perdonar. El cristianismo crea comunión con todas las personas de buena voluntad”. Y añadía: “En este modo de atender se aúnan amor a la Iglesia con entrega a los pobres. La Iglesia es fuente de caridad”. En el punto n. 33 de Caritas Deus est podemos leer: “El colaborador de toda organización caritativa católica quiere trabajar con la Iglesia y, por tanto, con el Obispo, con el fin de que el amor de Dios se difunda en el mundo”.

Del punto siguiente destaca Elizalde que quien es cristiano tiene facilidad para enriquecerse con otras formas de vivir la caridad de la entrega de otras organizaciones no cristianas.

En la parte final de la ponencia (n. 35), animó a los agentes de Cáritas a darse, como expresión íntima de participación en la caridad: “A veces damos cosas para no darnos. Hemos de trabajar un reconocimiento interno de tanto bien recibido. Quien sea capaz de hacerlo podrá dar”. “Poder ayudar es gracia, no mérito. El Señor concede este don. La ayuda no debe brindarse desde la superioridad, sino desde el reconocimiento de que también se es ayudado”.

A los y las agentes de Cáritas presentes en la Asamblea, el obispo de la Diócesis, dirigió un mensaje: “La generosidad y la valía son fuentes que se agotan, como también lo hace la solidaridad. Somos enviados, somos frágiles… Necesitamos el amor como agradecimiento porque nos acerca a la fuente inagotable que es Dios.

Para concluir, los números 36 y 37 de Deus caritas est: “La experiencia de la inmensa necesidad puede (…) convertirse en una tentación a la inercia ante la impresión de que no se puede hacer nada” (…) La oración se convierte en estos momentos en una exigencia muy concreta, como medio para recibir constantemente fuerzas de Cristo. Quien reza no desperdicia su tiempo”. “El cristiano que reza no pretende cambiar los planes de Dios (…). Busca más bien el encuentro con el Padre de Jesucristo”.

El broche que cerró la jornada asamblearia anual de Cáritas corrió a cargo, de Inés Bengoa, que trajo para la ocasión varios cuentos a través de los cuales puso en valor la solidaridad y la importancia de la comunidad.

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