Cáritas con Mozambique

El conflicto armado en Cabo Delgado sigue activo.

Hay más de 850.000 personas desplazadas y un importante agravamiento de la ya de por sí precaria situación socioeconómica de la región. Los ataques continúan en la zona norte y en el interior de la provincia.


DONA A LA EMERGENCIA


La situación ahora

Más de la mitad de la población de Mozambique vive bajo el umbral de pobreza. El país atraviesa, además, una situación de inseguridad alimentaria muy preocupante, agravada en la región de Cabo Delgado por el paso del ciclón Kenneth en 2019 y las lluvias torrenciales del 2020 y 2021. La extrema vulnerabilidad de la población de Cabo Delgado, mayoritariamente rural, y su exposición a fenómenos climáticos extremos se traduce en un empeoramiento de las condiciones vida año tras año.

De los 2,5 millones de personas que habitan la región, a día de hoy, más de 850.000 han abandonado sus hogares por causa del conflicto. La mayor parte de ellas huyen hacia el sur dentro de la provincia con la esperanza de poder volver a sus hogares algún día. Otras, en cambio, cruzan las fronteras de las provincias cercanas de Nampula y Niassa.

La presencia de tropas extranjeras ha generado una aparente sensación de paz, especialmente en las ciudades y en la costa. Esta supuesta calma está siendo aprovechada por el gobierno para tratar de generar una vuelta a la normalidad y desplazar a sus funcionarios de vuelta a los núcleos calientes de la región. Las autoridades buscan así generar un efecto llamada para que la población regrese a unas devastadas comunidades en las que ni la subsistencia ni la seguridad parecen aseguradas por el momento. El conflicto armado no solo ha provocado este masivo desplazamiento, sino que ha dejado atrás un gran número de víctimas. Asimismo, muchas personas han sido secuestradas por los terroristas, sobre todo niñas y jóvenes que son objeto de abusos sexuales.

Las familias desplazadas dependen de la acción humanitaria. Sin embargo, las ayudas cada vez cubren menos necesidades y las posibilidades de retornar siguen reduciéndose por los incesantes ataques. Muchas intentan rehacer sus vidas en campos de reasentamientos donde, si es posible, construyen viviendas precarias. En otras ocasiones, son acogidas en familias locales que, tras un tiempo, también sufren el agotamiento de sus recursos pero que quedan fuera de las ayudas ya que no son familias desplazadas. El resultado es un deterioro del ambiente social y de las relaciones entre las comunidades de acogida y las desplazadas.

Necesidades de la población

La llegada de población desplazada ha supuesto para muchos lugares de acogida, duplicar o incluso triplicar su población en muy poco tiempo, con la consiguiente tensión sobre los recursos disponibles.

Por un lado, las infraestructuras existentes (pozos de agua, centros de salud, escuelas…) con un deficitario funcionamiento inicial, ahora han dejado de funcionar o son claramente insuficientes. Por otro lado, se están creando centros de reasentamiento en tierras de cultivo de la población local, que ahora debe trabajar terrenos más alejados. A todo ello se añade que en ocasiones llegan ayudas de alimentos o materiales de construcción destinadas solo a la población desplazada, cuando la necesidad de ayuda es igualmente necesaria entre la población local.

Todo ello está creando una fuerte tensión social que Cáritas trata de paliar en la medida de sus posibilidades pero que solo puede solventarse con medidas estructurales y con la intervención del Estado.

Poco a poco son cada vez más los centros de reasentamiento que se levantan a lo largo y ancho de la provincia. Caritas brinda asistencia en muchos de ellos mediante el apoyo a la construcción de casas para reducir el hacinamiento en las familias de acogida y generar mejores condiciones de vida a desplazados que, de otra forma, viven bajo precarias lonas en los campamentos de primera acogida. Y sin que esta labor finalice, es el momento de focalizar nuestros esfuerzos para que esas familias cuenten con sus propios medios de vida y de mantener un apoyo psicosocial que está siendo tan necesario, reconocido y valorado por los propios desplazados.

Objetivos

Apoyo para la construcción de casas y acceso a bienes de primera necesidad.

Facilitar la creación de pequeños huertos para asegurar la subsistencia.

Brindar apoyo psicosocial basado en la escucha y el diálogo.

Nuestra acción

Apoyamos la labor de Caritas Diocesana de Pemba desde hace más de tres años para dar respuesta a la situación de los desplazados en la Diócesis de Cabo Delgado.

La ayuda humanitaria ofrecida en este tiempo ha sido:

  • Entrega de artículos de primera necesidad.
  • Apoyo para la construcción de viviendas.
  • Coordinación con las entidades públicas y privadas.
  • Facilitar el acceso a lugares olvidados y desconocidos para organismos internacionales que de otro modo no habrían llevado su ayuda hasta allí.
  • Traslados de familias desplazadas.
  • Entrega de lonas para refugios temporales.
  • Apoyo psicológico.

Al sur de la capital, en el distrito de Mecufi, hemos apoyado la creación del reasentamiento de Natuco. Trabajamos en colaboración con Cáritas Portuguesa en las siguientes líneas de acción:

  • Construcción de casas y letrinas.
  • Entrega de alimentos básicos, kits de cocina e higiene, y herramientas para el cultivo y semillas.
  • Acompañamiento cercano ante el difícil día a día.

Los próximos meses son cruciales dado que las cosechas se recogen entre marzo y abril y, de ellas, depende la alimentación el resto del año. Hemos comprobado que la mayoría de la población desplazada no ha tenido la oportunidad de cultivar tierras o, si lo ha hecho, ha sido en el terreno mínimo lindando con sus cabañas o casas. Por ello continuarán dependiendo de la ayuda externa que cada vez es menor y podría verse por la guerra en Ucrania dada la dependencia que los países de África subsahariana y el Programa Mundial de Alimentos tienen respecto a los cereales ucranianos.


“Donde no hay justicia social, derechos respetados, dignidad humana, no puede haber paz. Con una parte de la sociedad abandonada en la periferia, sin acceso a la educación, la salud, la falta de trabajo y perspectivas, los grupos insurgentes toman fácilmente a los jóvenes”.


DONA A LA EMERGENCIA