El pasado sábado, el voluntariado de Cáritas Euskadi se movilizó para asistir a una nueva edición de Topaki, el encuentro de formación anual organizado con la finalizar de aportar unas claves que orienten en la acción y refuercen el sentimiento de pertenencia a Cáritas.
Convocaba Cáritas Gipuzkoa y nos citó en Irún, en el espacio Ficoba. La acogida a las personas asistentes —alrededor de 300— corrió a cargo del obispo de San Sebastián, Fernando Prado; de nuestra directora, Maite Sebal, presidenta actual de Cáritas Euskadi; del director de Cáritas Gipuzkoa, José Ramón Aramendi y de la concejala de Cultura, Nuria Alzaga, en representación de la alcaldesa que excusó su asistencia. La oración inicial fue dinamizada por Patxi Aizpitarte, delegado de Cáritas Gipuzkoa mientras, en un lienzo, la artista Nerea Iraola, iba componiendo un cuadro abstracto.
El tema sobre el que giró Topaki fue Ser y hacer comunidad acogedora. Para entrar en materia, contamos con la presencia de Imanol Zubero, doctor en Sociología y teólogo. Zubero es, como se dijo en su presentación, «de casa», vinculado a Cáritas y conocedor de la institución, de su identidad y sus lenguajes.
Ofreció una ponencia cercana, ágil; sencilla, pero rica en conceptos y en posibilidades de llevarla a la práctica. Porque llevar al terreno los aprendizajes es lo que, al final, necesitamos para sentir que encuentros como Topaki nutren nuestro ser para poder hacer en comunidad; en comunidad acogedora al servicio de las personas más frágiles.
Imanol Zubero planteó la acogida en clave de relación con otras personas: «La acogida no admite jerarquías, es incompatible con el ejercicio de poder de una parte sobre la otra; es una acción emocional cargada de amor. Acoger no es recoger ni tampoco escoger; no podemos elegir a quién acoger. La acogida es actitud samaritana. Tenemos que tener disposición previa, libre de cálculos o condiciones. Es un acto espiritual». Tras esta reflexión, la pregunta necesaria: ¿A quiénes no estamos acogiendo hoy? Si no acogemos a toda persona que nos busca, estamos escogiendo.
Insistía Zubero en que una comunidad que se llame acogedora ha de ser flexible y estar dispuesta a desencajarse de lo propio y encogerse para hacer sitio a quien acoge. Ha de responder desde un amor que pide responsabilidad, esfuerzo y compromiso.
Frágil
«Venimos al mundo con la etiqueta de frágil». El ponente se sirvió de esta afirmación de Jean-Claude Carrière para poner sobre la mesa la dependencia mutua, como una condición natural del ser humano. En la encíclica Fratelli tutti, encuentra Zubero estas palabras del papa Francisco en relación con el reconocimiento de la fragilidad del ser humano y su dependencia de los cuidados y de una comunidad que acoge desde la gratuidad, la solidaridad y la reciprocidad: «Cuidar el mundo que nos rodea y contiene es cuidarnos a nosotros mismos. Pero necesitamos constituirnos en un «nosotros» que habita la casa común”.
En la tarea de la construcción de comunidades acogedoras, el ponente ofrecía algunas pistas: una comunidad acogedora es aquella que se crece en la apertura a la complejidad y a la diversidad interna desde la hospitalidad y la solidaridad. Frente a la perspectiva homogeneizadora que plantea una comUNIDAD, la COMUNidad ofrece un lugar donde enraizar los valores y los fines de la construcción comunitaria.
Traemos aquí también la recomendación literaria que nos hizo Imanol Zubero: Las gratitudes, de Delphine de Vigan: «Una novela que es una conmovedora aproximación a la vejez, pero también una gozosa celebración de la humanidad, el compromiso y el amor».
Un par de apuntes sobre las mujeres y la acogida
Inspirado por la cercanía de las celebraciones con motivo del Día Internacional de la Mujer, Imanol Zubero no quiso terminar su exposición sin poner el valor el manifiesto hecho público el pasado 8 de marzo por el movimiento Revuelta de mujeres en la iglesia, «una auténtica declaración de comunidad acogedora». Las mujeres firmantes del texto anunciaban su vocación de seguir trabajando en la Iglesia a la que pertenecen hasta recuperar la comunidad, tal y como Jesús la creó. Terminó la ponencia con un comentario de un pasaje del Antiguo Testamento en el que se recoge cómo unas parteras obligadas por el faraón a malograr los partos de varones judíos, decidieron apostar por la vida, por los cuidados, haciendo posible así la liberación del pueblo judío.
Ponernos a tiro de la vida nueva
La segunda parte del Topaki fue dinamizada por Migueli Marín, cantautor que compatibiliza su carrera musical con un trabajo de acompañamiento a personas en situación de vulnerabilidad social y riesgo de exclusión. A lo largo de su actuación, Migueli fue provocando la participación de las personas asistentes con estribillos que reforzaban los elementos identitarios de Cáritas y también los contenidos aportados por Imanol Zubero: la potencia transformadora de la acción voluntaria, la acogida, la escucha, los cuidados, la sonrisa, la empatía, la disposición, el compromiso y la esperanza en los tiempos difíciles.
En el cierre de su actuación Migueli nos llamaba a «Ponernos a tiro de la vida nueva. Abrir los brazos, extenderlos al sol hacia un horizonte en el que alguien sufrió. Si miro a los ojos me encuentro una historia para mi corazón».
Para cerrar esta crónica de lo que dio de sí el Topaki del pasado sábado, una reflexión de Imanol Zubero: «Seamos capaces de dar las gracias a quien nos da la oportunidad de ofrecer algo que podemos dar, a quien nos permite acogerlo».
Migueli, en un momento de su actuación.
Nerea Iraola creando el cuadro para Topaki