El pasado 6 de junio, estuvimos en el Centro Extremeño Vicente Manterola, participando de un té-encuentro que organizamos desde el Programa de Mujer, para reunir tanto a las mujeres participantes en los ocho proyectos del programa, como al voluntariado que los acompaña y dinamiza.
El principal sentido de esta convocatoria era propiciar un encuentro fraterno de participación, un espacio que diera pie a conocernos unas a otras desde la diversidad, y una oportunidad para tomar conciencia de los valores que identifican y sustentan la acción de Cáritas.
Abriendo juntas camino a la esperanza
La línea de sensibilización de la campaña institucional recientemente presentada nos inspiró para centrar el tema del encuentro. Porque es desde una visión esperanzada desde donde en Cáritas acompañamos los procesos personales y colectivos. Y, para ello, necesitamos cultivar una serie de actitudes—como el optimismo o la paciencia— y sentir que nuestro compromiso adquiere todo su sentido desde la fe y el amor.
Con una dinámica inicial de reparto de tarjetas, provocamos que las mujeres de los distintos proyectos del programa se mezclaran, generando así nuevos grupos de participación para la actividad que queríamos proponer: un debate en base a tres preguntas recogidas en una cartulina, dinamizado por una mujer que debía encargarse de moderarlo y garantizar la participación y la confianza en el grupo. Transcurrido el tiempo estimado, las dinamizadoras de cada uno de los grupos expusieron las conclusiones de cada uno de ellos a todas las mujeres asistentes.
Ocho proyectos
El segundo objetivo era dar a conocer los ocho proyectos del Programa de Mujer. Para ello, propusimos otra dinámica en la que, al nombrar cada proyecto, las participantes del mismo se levantaban e identificaban con un alegre: «¡Aquí estamos!».
Qué mejor manera de cerrar un encuentro que dando espacio para la música y la danza. Se hizo cargo una voluntaria del programa que puso a bailar a todas las mujeres, como puede apreciarse en este vídeo.
Se cumplieron los objetivos: la fraternidad se abrió paso a través del encuentro; porque es la única manera de romper resistencias: ponerse cara, compartir un té, un café, algo dulce, descubrirnos unas otras y reconocernos en lo que nos une y nos hace tan fuertes.
Más de cien mujeres se fueron a casa contentas de haber podido estar (hubo servicio de guardería, con mago, entreteniendo a dieciséis niños y niñas) y de haber conocido a otras mujeres y otros proyectos del programa. Con las buenas valoraciones recogidas… habrá que repetir.