Los ‘gitanos del mar’ de Tailandia reconstruyen sus vidas con la ayuda de Cáritas.

19 de Junio de 2008

Los ‘gitanos del mar’ de Tailandia reconstruyen sus vidas con la ayuda de Cáritas.


Cáritas
. 19 de junio de 2008.- A los “moken” de Tailandia les llaman “los gitanos del mar”. Hasta hace pocas décadas vivían en sus propias embarcaciones. En un pequeño museo dedicado a su cultura, en la localidad de Takuapa, el visitante escucha historias que rozan la leyenda en las que se explica que los moken son originarios de la región de Gans Giang, en China. De allí emigraron hace 4.000 años y llegaron al sur de la península de Indochina, donde empezaron a llevar una vida nómada surcando los océanos. Conciben su propia identidad como un pueblo de costumbres no-violentas. Tal vez esta actitud pacifista que les hace huir de la confrontación explica que hayan zarpado constantemente hacia nuevas aguas cada vez que han entrado en conflicto con algunos de los pueblos a cuyas costas arribaban.

Los moken tienen su propia lengua y cultura. A pesar de que llevan en Tailandia cientos de años, todavía hoy no faltan los tailandeses que les consideran extranjeros.

Compatriotas o no, cuando llegó el tsunami del 26 de diciembre de 2004 no hizo distinción entre los moken  y el resto de los tailandeses que, como ellos, vivían de la pesca. Tres años y medio después, mucha gente que sufrieron aquel trauma prefiere vivir varios kilómetros más al interior. Este es el caso de los habitantes de Karabudi, a ocho kilómetros de la costa.

Nuevas viviendas en Theparat

Pero para los moken el mar, aunque a veces se enfurezca sin límites, es su padre y su madre y prefieren vivir más cerca de él. Cuando Cáritas Tailandia, apoyada por su contraparte española, decidió ayudarles con la construcción de nuevas viviendas, lo hizo en Theparat, a pocos cientos de metros del mar. Allí se levantan 40 casas en dos hileras, formando una calle. Su construcción terminó hace un año, y sus nuevos habitantes vivieron anteriormente en un refugio ofrecido por un templo budista. Cuando estuvieron listas para ser ocupadas, antes de entrar a vivir en ellas hubo que esperar a que hubiera luna llena, circunstancia que los moken consideran propicia para comenzar una nueva vida con buen pie.

El líder de la comunidad, el señor Oron, de 30 años, nos recibe en su casa y se sienta bajo el escudo del Manchester United, del que es un ardiente seguidor. Optimista convencido, explica que ahora ya no se sienten tan discriminados por el resto de los tailandeses y que ya han abandonado su estilo de vida nómada.  “Cuando llegó el tsunami lo perdimos todo, pero ahora vivimos en estas casas que son mucho mejores que las que teníamos antes y vivimos en un lugar donde la escuela y el dispensario están más cerca”.

Otro cambio que se ha introducido en su manera de vivir es la diversificación de su trabajo. Muchos trabajan ahora en la construcción, un sector laboral que no parece conocer ninguna crisis en una zona donde florece el turismo. Otros son temporeros en las plantaciones de caucho que abundan en esta zona, y que requieren mano de obra que acepte trabajar en condiciones duras, a menudo de noche y soportando olores poco agradables.

Pero muchos siguen dedicándose a la pesca de bajura. En casi todas las casas hay una pequeña moto aparcada. De vez en cuando un par de jóvenes se montan en una de ellas con su cesta de pescado fresco y se dirigen a Karabudi, donde la venderán en el mercado local.

No faltan los problemas. Como en el resto del mundo, los moken se quejan de que cada día la vida es más difícil porque la gasolina está más cara y el arroz no deja de subir de precio.

Casi todos ellos son budistas, credo religioso que mezclan con sus creencias ancestrales. A la entrada de cada casa erigen un pequeño templo, a modo de casita de madera, donde ofrecen flores y frutas a los espíritus, para que habiten allí y no entren a molestarles en sus casas.

“Cáritas ayuda a todos sin distinción de credo religioso ni ningún otro tipo de discriminación”, insiste el padre Suwat. En Tailandia los católicos son una pequeña minoría que apenas llega al 0,5% de la población, pero la Iglesia desarrolla una importante labor social que llega a los últimos y goza de un gran prestigio.

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