Pasamos la mañana del pasado sábado en Ollávarre, un pequeño pueblo alavés que acogió en su flamante centro social la XXIII Edición del Encuentro Rural de Cáritas Diocesana. El lema: «En lo rural, emprender es crecer – Landa-eremuan ekintzaile izatea haztea da».
Nos acompañaron el Sr. Obispo, D. Juan Carlos Elizalde, y el vicario general de la Diócesis, D. Carlos García Llata, que acostumbran a hacerse un hueco en sus agendas para arropar al voluntariado de Cáritas en sus espacios de encuentro y formación.
Tras los saludos de ambos y de la directora de Cáritas, Maite Sebal, y la oración dirigida por el delegado episcopal, Javier Querejazu, dio comienzo la exposición de la responsable del Programa de Empleo de Cáritas, Ainhoa Martín, que con su naturalidad y cercanía desmenuzó para las personas allí presentes la estrategia que da soporte al reto de la inserción laboral para las personas con más dificultades para lograrlo.
Habló de mejora de la empleabilidad a través de habilidades sociales, de actitudes, conocimiento de la lengua, adquisición de responsabilidades, formación orientada al empleo y, también, del itinerario que ofrece Cáritas en talleres ocupacionales y prelaborales, de cara a obtener un perfil de empleabilidad que ofertar en la Agencia de Colocación Lan Bila y las empresas de inserción impulsadas por Cáritas: Berjantzi, Berezi 99 y Lanagro. Todo un proceso de promoción y proyección personal que es acompañado por el voluntariado y el personal técnico de Cáritas.
Ainhoa expuso también las dificultades con las que se encuentra Cáritas en su reto y compromiso con la inserción laboral: la mayoría de las personas que pasan por el Programa se encuentran en situación administrativa irregular y no pueden acceder al empleo, por lo que Cáritas acompaña también en las posibilidades de acceder al arraigo social, como lo es la formación para la adquisición de certificados de profesionalidad y las prácticas en empresas.
A la exposición de Ainhoa, siguió la de Auxtin Ortiz, que acudió al Encuentro Rural de Cáritas para presentarnos Lanagro: empresa de inserción orientada al primer sector en Rioja Alavesa. Lanagro es fruto del trabajo conjunto de Cáritas Diocesana y la Asociación ENDAA (Euskadi No Deja Nadie Atrás).
Desde el primer momento, Auxtin captó el interés de todas las personas allí presentes. Aquello era nuevo. Lanagro, constituida como empresa de inserción el pasado 8 de marzo, nace con la vocación de dignificar y dar estabilidad a la contratación temporera en la comarca. Para hacerlo posible, se establece una hoja de ruta que pone el punto de partida en los talleres prelaborales de formación agraria, como marco en el que personas en situación de exclusión puedan obtener las competencias que las asomen al empleo de inserción, primero, y al mercado laboral normalizado después. Lanagro genera veinte empleos directos —catorce de ellos en inserción— y da servicio a las bodegas de Rioja Alavesa y a la recolección de pera y oliva en la zona.
El cambio que busca Lanagro es transformar el mercado de trabajo del primer sector, ofreciendo mano de obra organizada y mejor formada, para explotaciones agrícolas y bodegas; y superar la temporalidad de las personas trabajadoras promoviendo contratos estables que les permitan dejar atrás la situación de exclusión.
En relación con las empresas, el objetivo de Lanagro es que asuman la contratación para todo el año de personas temporeras que trabajan bien durante la campaña. Para ello, Lanagro se compromete a ofrecer formación técnica durante los tres años que contempla el itinerario de inserción. «Lanagro ofrece un servicio, no personas. Propone una relación laboral para cubrir ese servicio durante un año y se encarga de contratar, formar y acompañar… Y el cliente paga una factura por todo eso», explicaba su responsable.
En el apartado de retos, Auxtin apuntó a la incorporación de mujeres temporeras a Lanagro: «Solo un 17% de temporeros son mujeres. Tenemos que ser capaces de generar cultura de empresa para que las mujeres contratadas se sientan a gusto». En algún momento de la exposición, surgió la referencia a las barreras de la Ley de Extranjería y la necesidad de buscar la forma de dotar de permiso de trabajo a personas en situación de irregularidad documental.
Tras el descanso, turno para la responsable de Formación de Cáritas, Arantxa Aguirre, dispuesta a moderar la mesa de experiencias de emprendimiento en el medio rural representadas por Aitor San Juan, responsable de la empresa Electricidad San Juan, en Salvatierra; Sonia Sanz, autónoma restauradora en Vicuña e Iván del Caz, director de Rural Citizen, una plataforma ubicada en Kuartango, con ámbito de trabajo nacional, que pone en contacto a distintos agentes y comunidades para activar comunidades de entornos rurales.
Tanto Aitor como Sonia narraron experiencias concretas y muy gratificantes de trabajo con personas en riesgo de exclusión en sus empresas. Sonia contó cómo un equipo de veinte personas voluntarias rehabilitaron, con ella como profesional restauradora al frente, la ermita de Madariaga. Se daba la circunstancia de que dos de esas personas eran magrebíes intentando asentarse y mejorar su vida; una de ellas es hoy su ayudante.
Habían venido a contarnos en primera persona sus proyectos y su apuesta de verlos crecer en el medio rural. Ofrecieron un rico debate sobre las fuerzas y debilidades del emprendimiento y la vida en los pueblos. Lo hicieron desde sus experiencias y desde el diálogo generado espontáneamente por las muchas preguntas y comentarios que surgieron entre el público, haciendo de este espacio una gran ocasión para el intercambio, reflexiones y propuestas para próximos encuentros rurales.
Con sus pros y sus contras, el emprendimiento en el medio rural es un valor en alza que enorgullece a quienes le han puesto a su proyecto empresarial tres ingredientes imprescindibles, como nos dijo Aitor: «Emprender conlleva sacrificio, pero sobre todo ilusión, orgullo y pasión por lo que se hace».
Salieron a colación las dificultades clásicas que aparecen en todos los debates sobre la vida en los pueblos: el transporte, la mala conectividad digital, la dependencia de la ciudad por la escasez de servicios, el exceso de burocracia… y los prejuicios: «Hay prejuicios con las empresas rurales, se consideran menores por estar localizadas en un pueblo. Tenemos que hacer un esfuerzo añadido para demostrar que no es así. Tenemos el ejemplo de Kuartango Lab, un semillero de empresas que recibe visitas de otras empresas de muchas partes del mundo», decía Iván.
Para finalizar esta crónica del encuentro, nos vamos a quedar con otra frase de Iván:
«El que es optimista, ve el vaso medio lleno; el que es pesimista, medio vacío. El emprendedor… coge el vaso y lo llena».
¡Un placer!
[…] Un encuentro en el que Ortiz dio a conocer la empresa, frutodel trabajo conjunto de Cáritas Diocesana y la AsociaciónENDAA (Euskadi No Deja Nadie Atrás). Puedes leer la noticia íntegra aquí. […]